Muchos nos quedamos algo huérfanos
cuando Andreu anunció el final de 'Buenafuente' tal y como lo conocíamos. Yo no era uno de esos que estaba cada noche enfrente del televisor viendo su programa hasta las tantas. Más bien era uno de esos que solía ver sus monólogos por Youtube, a la vez que la sección de Berto y, de vez en cuando si no tenía sueño y estaba aburrido, veía el programa por la televisión. Aunque no fuera un espectador habitual, su marcha también me dolió. El último late-night en condiciones que quedaba en España decía adiós.
Por eso me alegré cuando anunció su vuelta. ¡Buena fuente volvía! ¡Y con un programa semanal! ¡Totalmente nuevo y novedoso! Incluso el mismo Andreu anunciaba orgulloso como había estado por Estados Unidos estudiando los formatos de humor para crear aquí algo distinto.
Y llegó el domingo, llegó la noche del estreno, y llegó el programa. Y menuda decepción. ¿Para eso has estado en los Estados Unidos, señor Buenafuente? ¿Para eso casi un año de vacaciones pensando en un nuevo programa?
El nuevo programa es exactamente igual que el antiguo. Sólo que esta vez es semanal y cuenta con algún invitado más. Pero sigue siendo lo mismo: monologo, invitado, sección de colaboradores, actuación músical. Y encima, con los fallos de siempre, como Corbacho o las dos chicas esas del Terrat que nunca entenderé a quién les hace gracia.
Esto no es un programa de prime time. Incluso yo diría que es algo justo para ser un programa de late-night. No puedes volver, anunciándolo por todo lo alto, con un programa exactamente igual. No puedes gritar que es un programa novedoso cuando es más de lo mismo. Y no puedes meter a Corbacho en tu programa vestido de pulpo y llamarlo programa de humor.
Eso si, en audiencias el estreno no estuvo nada mal: 2.829.000 y 14%. Un estreno muy anunciado y emitido casi casi sin publicidad. Efecto Champan que le llaman. La próxima semana bajará por debajo del 11% de share, y en poco estará sobre él la sombra de la cancelación. Y todo por no querer cambiar un poquito.